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Al leer en días pasados la próxima inauguración de la exposición “El Hermitage en el Prado” y descubrir que para esta especial ocasión el Consejo de Ministros otorga la famosa “garantía del Estado” recordé una entrevista sobre robo de obras de arte en la que tuve el honor de participar el pasado año coincidiendo con el famoso robo de cinco obras de arte de Picasso, Matisse, Modigliani, Braque y Léger en el Museo de Arte moderno de París (2010).

Cuánta sorpresa causó el hecho de que aquellas cinco obras, valoradas en unos 100 millones de euros, no estuvieran aseguradas y por tanto el Estado francés no pudiese verse resarcido por ello.

En la mesa de debate en la que me encontraba en la cadena SER, me preguntaron en directo sobre el motivo de este no aseguramiento –reitero que con gran sorpresa y hasta casi cierto reproche por parte de los periodistas que llevaban el programa- y conté en aquella ocasión lo mismo que ahora: aún en contra de la propia naturaleza de mi trabajo, hay dos razones de gran peso por las cuales las grandes obras maestras depositadas en Museos Nacionales no gozan de una cobertura de seguro “al uso” excepto cuando salen de sus paredes habituales para ser expuestas con motivo de exposiciones temporales en otras ciudades o incluso países del mundo.

La primera de ellas, y no por ello la más importante, es la prima (o precio de seguro) que se pagaría por ello. Por ejemplo, y traigo aquí de nuevo el título que nos ocupa. La exposición del Hermitage en el Prado consta de 241 obras de arte que están valoradas en 702.005.000 de euros. ¿Esto qué significa? En seguros, cubrir la exposición (noviembre 2011-marzo 2012) y transporte de esta colección supondría pagar a una Compañía de Seguros aproximadamente más de 300.000 Euros de prima. Y ésta debería ser costeada por el organizador de la exposición, es decir, el Museo del Prado y por ende, con dinero público. ¿Creerían razonable pagar por –sólo- el seguro de esta exposición semejante cantidad? Me atrevo a responder por Ustedes. La respuesta es NO si tenemos en cuenta que a esto hay que añadir también otros costes adicionales como transporte, seguridad, organización, personal, etc. etc. Por tanto, la primera razón, es la prima tan elevada que ello supone.

La segunda razón, y quizás la más natural, es pensar que el hecho de que se asegure algo es reponer el daño causado, esto es, en el caso de dañar una obra, la restauración de la misma, en el caso de robo, el abono de la indemnización (el valor del cuadro en el mercado del arte). ¿Creen que el hecho de que a un Museo le den dinero amaina el desasoiego y la pérdida cultural e histórica que supone para el mismo y para el país al que pertenece? Para nada. Servirá para adquirir obras nuevas sí,pero nunca sustituirá el valor no económico –que en estas ocasiones supera al monetario- de lo que se ha perdido.

Y aún me atrevería a dar una tercera razón no tan importante pero si vital al hablar de seguros. La probabilidad de siniestro en obras de arte es altamente reducida (lo cual no significa que no se produzca).

¿Suponen las dos primeras afirmaciones que si a estas obras del Hermitage les ocurre algo el Museo de San Peterburgo perderá sus obras y por tanto el valor monetario y el cultural de Rusia? El monetario no, puesto que el Estado español será el que actúe como asegurador abonando el capital asegurado pero desgraciadamente el histórico-cultural sí porque eso no hay dinero ni moneda que pueda compensarlo.

Espero que con estas pinceladas de seguros, se comprenda un poquito mejor la razón por la cual los Museos y las grandes pinacotecas del mundo no se aseguran; es el propio Estado el que asume el riesgo. Es lo que en seguros llamamos ASUNCIÓN DEL RIESGO.